Manifiesto ATyG
La Asociación Terapia y Género (ATyG) nace con el deseo de participar en la construcción de un mundo más justo donde sea posible establecer relaciones más sanas y democráticas entre hombres y mujeres.
Vivimos en una sociedad aparentemente equitativa en donde existe una ley de igualdad que regula la convivencia entre hombres y mujeres. La aprobación de estas leyes ha supuesto un gran avance para la equidad entre los géneros, pero una cosa son las normativas y leyes que regulan las relaciones a nivel explícito en el ámbito público y otra son las normas y leyes que regulan la convivencia entre hombres y mujeres en el ámbito privado.
En el ámbito privado y subjetivo los cambios se producen de forma mucho más lenta, ya que la educación diferencial, los estereotipos de género, la cultura y los medios de comunicación siguen alimentando de forma imperceptible el dominio, el abuso de poder y la violencia de género.
Solemos identificar la violencia de género con la violencia física, pero esta es solamente la punta del iceberg de la violencia que soportan las mujeres. La violencia de género es una violencia estructural que atraviesa a toda la organización social. Además de la violencia física existen otras tipos de violencia: emocional, psicológica, sexual, simbólica, económica y política.
Las investigaciones sobre violencia de género nos hablan de un nutrido número de mujeres que sufren por formar parte de relaciones en las que el reparto del poder no es equilibrado. Este tipo de relaciones genera daños en la persona que lo sufre a nivel corporal, emocional y psíquico pudiendo llegar a perjudicar seriamente la organización mental previa. Este tipo de desajustes en el uso del poder es una forma de ejercer violencia de género.
Esta violencia muchas veces se encuentra oculta y encubierta. Es difícil detectar la diversidad de formas y efectos que tiene, tanto para la persona que la ejerce como para la persona que la sufre. Y para los profesionales que la observan.
El objetivo de nuestra asociación es sacar a la luz esta violencia, conocer las formas en las que opera, y ayudar a afrontarla y desenmascararla tanto a las personas que la padecen como a los profesionales que la tratan.
Consideramos que esto se puede lograr, generando estrategias adecuadas, que permitan establecer relaciones igualitarias que posibiliten el desarrollo de una personalidad más plena y saludable.
Por Carmina Serrano Hernández.